viernes, 29 de julio de 2016


EN BUSCA DEL TESORO PERDIDO



Las historias sobre naufragios siempre han estado asociadas a la idea de tesoros ocultos en las profundidades del mar.Esta sola imagen motivo a frenéticos aventureros, quienes provistos de mapas y muchas ganas de navegar, se propusieran recorrer los océanos en busca de su merecida recompensa. Los escritores, con sus vivencias reales a o las creaciones de su pluma imaginativa, tampoco han estado al margen de esta especie de " atracción mágica" que tiene la visión de un barco hundido y sus tesoros ocultos.

Sin embargo, la realidad ha superado la ficción , sorprendiendo incluso a los más escépticos
Es el caso del hallazgo de la barcaza inglesa " Mary Imre", que naufragó el 7 de Junio de 1853 a unas leguas del archipiélago de las Guatecas, en las proximidades de la provincia de Chiloé, con un enorme cargamento de lingotes de Cobre con contenido de Oro y Plata. Gracias al trabajo de un grupo de destacados historiadores nacionales, se ha podido determinar con exactitud su origen, las circunstancias de su hundimiento y , al mismo tiempo, rescatar parte importante del cargamento de la nave.



Hallazgo del Tesoro

La historia del hallazgo se remonta al año 1995 cuando un pescador llamado Eladio Meza Llauca fue sorprendido  en las inmediaciones de Quellón con un cargamento de barras de cobre, las cuales fueron decomisadas  y puestas a disposición del juzgado del Crimen de Castro . Estas barras provenían de una barcaza siniestrada en las proximidades de Chiloé.
Con el objetivo de determinar el origen de los lingotes, el magistrado que instruye la causa tomó contacto con las autoridades del Ministerio de Mineria, específicamente para requerir antecedentes sobre las marcas que tenían las barras de cobre.
Es así como un grupo de historiadores, encabezados por el vicepresidente de la
Sociedad de Historia y Geografía  y Fiscal del Ministerio de Mineria Gastón Fernandez Montero emprendio una verdadera " investigación Historica " para identificar la nave hundida y determinar la data de naufragio.
La investigación conto con el apoyo de la profesora de historia de la Universidad de Chile, Luisa Maria Méndez; y los Historiadores Oriel Alvarez Gómez, autor del libro " Chañarcillo de Plata", y Adolfo Ibañez Santa Maria.
A través de la investigación se llegó a determinar que los lingotes de cobre fueron embarcados en el puerto Huasco el 5 de marzo de 1853 con destino al puerto de liverpool . El Capitan de la barcaza era de apellido Lynn y había fondeado primero en valparaiso el 28 Febrero de 1853.



Viaje del Mary Imre

El "Mary Imrie" realizó el viaje en 124 días, transportando a nuestro país carga surtida. La nave venía con cinco pasajeros consignados a la firma PH Taylor y compañia de Valparaiso.
Luego de su paso por el puerto de Valparaiso, la nave inglesa recaló en el puerto de Huasco, donde permaneció un mes cargando lingotes y minerales de alta ley. Estos lingotes fueron tratados en tres fundiciones de la zona de Huasco, pertenecientes a igual numero de destacados mineros y fundidores del norte del país; Don Pedro Pablo Cortéz, el doctor Eduardo Hardy y don José Ramón Pérez.
Al respecto se sabe que Pedro Pablo Cortéz perteneció a una tradicional familia freirenense, de trapicheos y fundidores, propietarios de algunas minas de cobre en el distrito de San Juan . El año 1840 Cortez llegó a ser regidor de Freirían.
Por su parte, don José Ramón Pérez exploto y fundio cobre en el distrito de San Juan y Carrizal Alto, mientras que el doctor Hardy , un ingles que se estableció en Freirían allá por el año 1825 exploto y administro una fundicion llamada "Labrar" y también tuvo una fundición de cobre en el puerto de Huasco llamada "Astillero". De esta ultima fundición aún se mantiene una chimenea que fue declarada Monumento Nacional









Alta Pureza de Cobre

Según las investigaciones realizadas los lingotes del "Mary Imrie" según cuenta Gaston Fernandez Montero y de los cuales ya se recuperaron extraer 157 , con un peso de alrededor de 97 kilos cada uno, tienen alta pureza de cobre. Se ha logrado determinar un grado de pureza de 98,7 por ciento de cobre , con 6,3 gramos de Oro y 105 gramos de plata.
La causa mas probable del hundimiento de la nave habría sido una tormenta. De acuerdo a los informes de la época 1853 fue un año especialmente crudo en el sur del país, e incluso hubo numerosos naufragios en la zona.
Otro elemento que resulta importante destacar es que todas las barras están marcadas . La razón es muy simple era evitar fraudes. Se trata que en esa época algunos mineros al fundir la barra le introducían escoria y ese fraude se denominaba "sopa en barra".
Ante esta situación, el Rey de España por intermedio del tribunal de Mineria de la época colonial, exigió a todos los fundidores que le pusieran a las barras una marca que los hiciera responsables y esto se siguió haciendo durante la Republica.



Los Lingotes
En este momento , los lingotes de cobre se encuentran en poder del Ministerio de Mineria y del Consejo de Monumentos Nacionales. Asimismo, algunas barras se han donado a instituciones como la Comisión de Mineria  de la Camara de Diputados y del Senado ; la Corte Suprema de Justicia; el Museo Mineralógico de Copiapo y la Universidad de Atacama, entre otras.
Actualmente, se están realizando las gestiones para que la Sociedad Nacional de Mineria también cuente con una barra proveniente del "Mary Imre", con el objeto de que sea exhibida en sus nuevas oficinas institucionales.
El Vicepresidente de la Sociedad de Historia y Geografía y Fiscal del Ministerio de Mineria de ese entonces, Gaston Fernandez Montero afirma que el hallazgo de los lingotes de cobre es un testimonio de la tradición metalúrgica de nuestro país.
El historiador sostiene que "Chile es un gran cementerio de barcos hundidos, atendiendo al extensa costa que baña el territorio". Al respecto menciona el caso del barco "Cape horn" hundido en 1869 en la Bahia de Pichidangui. En 1934 se recuperaron de los restos de este naufragio las primeras 272 barras de cobre . Al respecto, Gaston Fernandez dice que se está buscando la forma de que estos barcos puedan ser rescatados por algunos particulares ; "la idea es que parte del cargamento se destine a fines culturales y, la otra, pueda servir como recompensa por el esfuerzo desplegado"










miércoles, 27 de julio de 2016

La Historia del Hombre de Cobre


Desde una vidriera en un connotado museo estadounidense, un minero aymara del año 500 d.C. mira hacia al sur. Encontrado a fines del siglo XIX en una ladera del actual yacimiento Chuquicamata en Chile, el primer minero conocido del país espera volver a su tierra natal. 
La zona de Chuquicamata, en la que esta semana la cuprífera chilena anuncia la inversión de más de US$3.000 millones para que la mina a tajo abierto más grande del mundo se transforme en un yacimiento subterráneo, es también epicentro de una importante y poco conocida historia patrimonial.
En un connotado museo estadounidense, desde una fría vidriera, el minero aymara del año 500 d.C. mira hacia al sur. Encontrado a fines del siglo XIX en una ladera de lo que hoy es la citada e importante minera chilena, se trata de un importante símbolo de la relación de ese país con la actividad extractiva.





El primer minero local del que se tenga registro se encuentra en una caja de vidrio, frente al Central Park de Nueva York. Se trata del cuerpo momificado de un hombre de mediana edad  que quedó atrapado en un derrumbe.
Fue descubierto en octubre de 1899 por el ingeniero francés Maurice Pidot, cuando Chuquicamata era una pequeña pertenencia minera llamada “La Restauradora”.
Pidot dirigía faenas para la extracción de cobre cuando una de las laderas cedió con gran estrépito, dejando al descubierto un cuerpo humano que denotaba no ser contemporáneo, pero que se encontraba en muy buenas condiciones de mantenimiento. Junto a él habían antiquísimos artefactos para sacar mineral y variados utensilios personales.
Se trataba del hallazgo de un aymara, que ya en los primeros 500 años después de Cristo, se dedicaba a la extracción de cobre en la zona, lo que simbólicamente marca con claridad la importancia de esta actividad en la historia de Chile. El malogrado primer minero perdió la vida al sufrir el derrumbe y quedarse sin oxígeno.




La donación del banquero
La falta de humedad de la tierra, entre otras cosas, debido a la existencia del metal rojo, facilitó las condiciones para que el cuerpo quedara recubierto por una característica capa verdosa que lo hizo llamar desde el primer momento en que se descubre como "El hombre de cobre". La suerte corrida por el primer minero local a partir de su descubrimiento ha sido, sin duda, de dulce y agraz.
Comprado, revendido, mal pagado y mal usado como elemento de cambio, la figura momificada ha conocido las más diversas manos que lo han hecho formar parte desde fines del siglo XIX en diferentes escenarios y lugares entre Chuquicamata, Valparaíso, Búfalo y Nueva York, por citar algunos.
Desde circos de personas y artículos extraños hasta curiosidad científica, el cuerpo momificado que data del año 500 d.C. finalmente llegó hasta el Museo de Historia Natural de Nueva York el año 1905, en una de cuyas vidrieras se ubica simbólicamente frente al Central Park hasta el día de hoy.
Chile ha hecho tres intentos por recuperar la simbólica momia, pero la operación es particularmente compleja. Si bien ha sido posible recuperar en parte la ruta que debió hacer "El hombre de cobre" hasta llegar al destacado museo estadounidense, lo cierto es que desde el primer momento sus transacciones se dieron en el ámbito privado.
De hecho, es la intervención del banquero John Piper Morgan lo que –al adquirir la momia- facilita la llegada del cuerpo a una entidad científica: el inversionista donó su compra al citado museo neoyorquino.




Mirando al sur
La primera gestión por recuperar la momia fue en 1990 por parte del director del Museo Precolombino, Carlos Aldunate, y del actual Premio Nacional de Historia, Lautaro Núñez. En esa oportunidad, la instancia estadounidense rechazó de plano la posibilidad, entre otras razones, por considerar que Chile no contaba con las condiciones necesarias para la buena conservación del cuerpo.
La segunda solicitud fue realizada el año 2005 por parte de la Sociedad Nacional de Minería (Sonami), el Museo Precolombino y la minera estatal Codelco. Esta vez la negativa se mantuvo en cuanto a la posibilidad de traslado, pero finalmente se llegó a la posibilidad de que expertos chilenos y estadounidenses pudiesen efectuar un escáner tridimensional de la momia, lo que permitió construir una réplica cien por ciento fiel al original.
Dicha operación se efectuó y la copia exacta de la momia recorrió el país por varias ciudades hasta llegar a su destino actual, que es el Museo de Lasana, ubicado en la segunda región de Chile.
La tercera y última negociación se lleva a cabo el año 2011, en un especial contexto: la muestra en Washington de la exposición “Against all odds: Rescue at the Chilean Mine”, dedicada al exitoso rescate de las 33 personas atrapados en la mina San José. La directora de Bibliotecas, Archivos y Museos de Chile (Dibam) de entonces, Margarita Krebs, se reunió con la directora de Conservación de la División Antropología del Museo de Historia Natural de Nueva York, Judith Levinson.
Como la momificación que sufrió el cuerpo no fue producto de un proceso pensado para eso, el paso del tiempo le restan grados de seguridad a su conservación. De allí es que sea imprescindible mantenerlo en las condiciones que lo tiene el museo neoyorquino. Su eventual traslado requiere, entonces, delicadas fases que permitan mantenerlo tal cual se encuentra actualmente.
Por todo ello, la entidad estadounidense le pidió a la autoridad chilena que le entregue una propuesta en torno a cómo Chile pretende llevar adelante el proceso de recuperación de "El hombre de cobre", especialmente en cuanto a las condiciones científicas del traslado. De eso ya pasan tres años y hasta ahora no se conocen mayores novedades.
Por mientras, frente al Central Park de Nueva York, la figura del primer minero de Chile sigue mirando al sur. A la espera de un difícil regreso a casa.



Articulo de:  ifestyle.americaeconomia.com

sábado, 23 de julio de 2016



DEFENDIENDO LA MEMORIA CHILENA 

Por Gastón Fernández Montero





Nacido en la ciudad minera de Illapel, Gastón Fernández Montero, actual integrante del Consejo de Monumentos Nacionales, ha estado ligado la mayor parte de su vida a la actividad extractiva. Abogado y especialista en derecho minero de la Universidad de Chile, en 1965 ingresó a la Empresa Nacional de la Minería (Enami) donde ejerció durante once años como abogado, para posteriormente convertirse en Fiscal de dicha entidad.
Luego realizó esta misma función en el Ministerio de Minería, donde incluso llegó ser subsecretario (s) de dicha cartera. Hoy está dedicado a la docencia en la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile y en la Universidad Santo Tomás.
Es miembro honorario del Instituto de Ingenieros de Minas de Chile (IIMCH) y de la Sociedad Chilena de Historia y Geografía. A raíz de esta última asociación, desde 1995 Gastón Fernández ocupa un puesto como representante en la Consejo de Monumentos Nacionales, cargo en el cual fue renovado recientemente por tres años más.
“Ahí desarrollo la función que todo consejero efectúa y que está relacionada con la declaratoria de las distintas categorías de monumentos nacionales que existen, porque el Consejo de Monumentos Nacionales es un organismo técnico del Estado, que depende del ejecutivo a través del Ministerio de Educación”, señala el abogado.
Próceres de la historia minera
Desde este cargo Fernández plantea a MINERÍA CHILENA sobre la importancia de difundir el aporte que efectuaron diversos próceres de la historia minera del país, ya que a su juicio muchos chilenos desconocen la labor que estos personajes han desarrollado.
A modo de ejemplo, el abogado dice que “la gente conoce muy poco sobre William Braden. Sin embargo, este norteamericano fue quien inició esta actividad (extractiva a gran escala) en el país (…) y cambió la dimensión de la minería tradicional al iniciar los trabajos en la mina El Teniente, que es la primera faena de la gran minería en Chile”.
Agrega, también, que “nadie sabe quién fue Nazario Elguín, pirquinero de Caleu y el que puso en valor al mineral Los Bronces, actualmente en explotación en la Región Metropolitana y que llegará a convertirse en uno de los yacimientos (de cobre) más grandes del mundo”.
Sobre este desconocimiento que existe en torno a los personajes de la historia minera de Chile, Gastón Fernández plantea que es importante que tanto los medios de comunicación como las personas encargadas de la educación difundan no solo los grandes hitos o batallas -como Rancagua o Cancha Rayada-, sino que además pongan énfasis en la historia económica del país.
Museo de la Minería: una tarea pendiente
Para Gastón Fernández una plataforma que permitiría difundir la historia y cultura minera es la creación de un museo del cobre. “Es una deuda que está pendiente –critica-. Porque es inconcebible que un país que basa su economía en esta industria no tenga un museo en Santiago, y que exista una ignorancia generalizada sobre la actividad minera”. Y enfatiza que “Chile sin minería sería otro”.
Añade que un museo es precisamente el lugar donde se puede desarrollar y registrar la huella que ha ido dejando la actividad en el país.
“Naciones mineras como Alemania, Inglaterra y Australia tienen este tipo de espacios. Incluso han transformado minas en museos… ¿Y en Chile qué es lo que hay? Nada”, se lamenta el abogado.
Sostiene que Chile es un país líder mundial en cobre, pero si viene un extranjero y quiere conocer la historia minera, no existe ningún lugar donde llevarlo. “Codelco posee una colección valiosa, pero la tiene itinerante”, comenta.
Fernández menciona el caso del “Hombre de Cobre”, una momia que se encontró en Chuquicamata y que sin embargo no está Chile. “Está en Nueva York y empezamos a difundir su existencia para que los chilenos conocieran que la minería está ligada a la actividad humana desde tiempos inmemoriales”, puntualiza.
Cuenta que recientemente se obtuvo la declaración del Palacio Elguín -ubicado en el barrio Brasil del centro de Santiago- como monumento nacional, por lo cual reflexiona que sería “bonito” que esa dependencia se convirtiera en el museo del cobre.

TESTIMONIOS BLOQUEO DE IQUIQUE

“Testimonios y Referencias del Bloqueo de Iquique y del Combate Naval del 21 de Mayo de 1879


El Excmo. Señor Alberto Puig Arosemena, ex Embajador de Ecuador en Chile, actualmente acreditado ante la República Argentina, ha querido se reediten en nuestro país las «Memorias del Bloqueo de Iquique» que, con sin igual talento, erudición y riqueza de lenguaje, escribió, por el año 1910, su ilustre padre, don Jaime Puig y Verdaguer, testigo ocular de la epopeya que cubriera de gloria a la marina chilena1.Con este gesto, el distinguido diplomático de nuestra hermana República del Ecuador pone una vez más de ma- ni esto sus afectuosos sentimientos hacia Chile, ya demos- trados con largueza en ocasión de su estadía entre nosotros. Sus iniciativas que, de prosperar alguna vez, importarían dar estructura de granito a las tradicionales buenas rela- ciones chileno-ecuatorianas, ahora en el ancho campo de la complementación económica de ambos países, singulari- zaron al Excmo. Señor Puig Arosemena como un sincero y denodado amigo de Chile. El autor de Las «Memorias del Bloqueo de Iquique» quiso que el recuerdo de aquellos altos ejemplos de valor, honor y patriotismo fueran retenidos en la memoria de sus hijos, sino una enseñanza saludable que fortaleciera su ci- vismos. El hijo, no solo ha cumplido tal encargo, sino que, excediéndole noblemente, anidó en su corazón los más cor- diales y cariñosos sentimientos hacia la nación que, a su turno, heredara el valor, el honor y el patriotismo de los héroes que, en la rada de Iquique, sacri caron la vida en aras de su destino.
Y bien, con el antecedente de esta sucesión de Familiares sentimientos, nos hemos introducido era las bellas páginas de las memorias de don Jaime Puig y Verdaguer, escritas con la emoción, con el entusiasmo, pero al mismo tiempo con la justicia y la ecuanimidad, del hombre superior que no necesita hacer esfuerzos para ensalzar la proeza de unos, sin menguar la actuación y la conducta de los otros.Porque, si bien las «Memorias del Bloqueo de Iquique» resultan destinadas a inmortalizar en el recuerdo escrito el heroísmo, el desprecio por la vida, el amor ciego por la patria, el concepto rígido y acerado del cumplimiento del deber, de que hicieron gala Arturo Prat y sus compañeros de sacri cio, el autor, en parte alguna de su libro, deja de reconocer el patriotismo con que, a su vez, lucharon en la homérica contienda los marinos del Perú.
Llama poderosamente la atención el conocimiento cabal que el señor Puig y Verdaguer demuestra tener de la terminología náutica. O ciales de la Armada, con quienes hemos comentado sus Memorias, se manifestaron extrañados de una versación tan extraordinariamente completa en una materia técnica ajena a las actividades habituales del autor.
Pero, lo que más impresiona en el libro de don Jaime Puig y Verdaguer, es la belleza incomparable del lenguaje. Le niega el, en su prefacio, todo carácter de joya literaria. Sin embargo, bien que, sin la autoridad del crítico profesional, no podemos dejar de recti carlo a este respecto, pues las «Memorias del Bloqueo de Iquique» están escritas con tal re nada elegancia con tanta inspiración, que proporcio- na a la narración de los acontecimientos esa fuerza pictórica propia solo de las grandes creaciones literarias.
El Combate Naval de Iquique, la inmolación de Prat, de Serrano, de Uribe, de Riquelme, de Aldea y todos los demáshéroes que sucumbieron ante la idea de que la bandera de Chile no puede jamás ser arriada por imposición del ene- migo, es la página más gloriosa de la historia de Chile. A partir de 1879, todas las generaciones de nuestros marinos han vivido inspiradas en el ejemplo escrito con la sangre de aquellos inmortales.Permítasenos, entonces, que al prologar el hermoso libro que leeréis a continuación, rindamos a su autor, don Jaime Puig y Verdaguer, el cálido homenaje de la gratitud chilena hacia el noble extranjero que, en forma tan brillante, supo vaciar su emocionada admiración por la hazaña de que vive orgulloso un pueblo jamás vencido.Arturo Olavarría Bravo 

lunes, 11 de julio de 2016

Memoria Chilena publica el "Libro Becerro de Illapel"



En 2012 el Ministerio de Educación declaró monumento nacional, en categoría de monumento histórico, al "Libro de resepción de oficios de cabildo de [es]ta billa de San Rafael de Rozas que da principio en el año 1787", también conocido como el "Libro Becerro de Illapel". El abogado Gastón Fernández gestionó su nominación ante el Consejo de Monumentos Nacionales. En el marco del Día del Patrimonio 2016, Memoria Chilena de la Biblioteca Nacional publica el ejemplar digitalizado por el Archivo Nacional en conjunto con el Consejo de Monumentos Nacionales.
El "Libro Becerro de Illapel" reúne las actas del cabildo y las designaciones en cargos públicos, además de los actos políticos y administrativos de la Villa San Rafael de Rozas (actual Illapel) durante los años 1787 y 1845. Por más de 58 años, la historia de la Villa quedó consignada en esta publicación que hoy resguarda el Centro Cultural de la Municipalidad de Illapel.

El volumen contiene hechos ocurridos pocos años después de la fundación de la Villa, así como acontecimientos destacados ocurridos en los primeros años del siglo XIX, tanto en el ámbito local como nacional. El monumento histórico contiene, en sus páginas, el relato de sucesos de particular importancia histórica, como el acta de adhesión a la Junta presidida por el General José Miguel Carrera en 1811, la elección de Diputados en 1814, el juramento de adhesión al rey Fernando VII en 1814, la negativa a la solicitud de ayuda de Comisionado del General San Martín el 11 de febrero de 1817, entre otros registros.

El "Libro Becerro de Illapel" está compuesto por 430 pergaminos encuadernados y escritos con tinta ferrogálica, característica del siglo IX al XIX, que se encuentran en buen estado de conservación, según determinó María Cecilia Rodríguez, restauradora del Centro Nacional de Conservación y Restauración en 2009.

Libros becerro: Tradición desde el Medioevo


El libro de becerro, denominado así por estar recubierto en piel de este animal, nació en el Medioevo como un registro en el cual eran copiadas las relaciones administrativas y comerciales de las iglesias y monasterios.
Con el tiempo se utilizó por las autoridades políticas y administrativas para recoger los actos públicos. En la América Hispana el libro becerro contenía un recuento de los actos públicos y administrativos de los cabildos.
En América del Sur existen escasos ejemplos de subsistencia de registro documental en este tipo de formato. En Perú existe el Libro Becerro o "Protocolo Ambulante de los Conquistadores" (1533). Se trata del primer documento manuscrito del Perú y América del Sur, en cuyas páginas se registran los acuerdos de conquistadores como Francisco Pizarro y Diego de Almagro.
En Chile existe el "Libro Becerro del Cabildo de Santiago", archivo que comprende el período entre 1541-1557, que reúne las primeras actas del Cabildo de Santiago desde el acta de fundación de Santiago del Nuevo Extremo, incluyendo nombramientos de regidores, alcaldes y procuradores.

Artículo de Memoria Chilena









martes, 5 de julio de 2016




DESTACADO ILLAPELINO LANZA NOVELA HISTÓRICA

Submitted by  on 1 julio 2016 – 11:42No Comment
(Por Patricio Nazer, escritor y periodista) El pasado viernes 1 de julio el diario electrónico DavidNoticias.cl estuvo presente en la sala Ricardo Donoso del Archivo Nacional, lugar donde se llevó a cabo el lanzamiento del libro Casa de Postas de Cuz-Cuz del illapelino Gastón Fernández Montero.
Ver reportaje aquí:  LANZAMIENTO DE LIBRO

sábado, 2 de julio de 2016

LANZAMIENTO DEL LIBRO CASA DE POSTAS DE CUZ CUZ


                                                                                       Diseño: Jose Gonzalez Araya


LANZAMIENTO LIBRO CASA DE POSTAS DE CUZ CUZ

Gastón Fernández Montero no sólo es el decano del Consejo de Monumentos Nacionales, representante de la Sociedad Chilena de Historia y Geografía: este abogado especialista en Derecho de Minería y profesor; pintor notable, ha sabido reproducir a la perfección algunas de las obras clásicas de los artistas nacionales. Como escritor refleja en el libro que presentamos su capacidad de proyectar su imaginación aunando en estilo ameno la erudición, la investigación y el amor por la tierra natal. Su territorio y escenario es Illapel nombre que en mapuzugun significa Garganta de Oro. Ubicada al norte de Chile, en la región de Coquimbo, corresponde a la parte más angosta de nuestro país: 90 km desde el mar chileno hasta la cordillera de Los Andes.
Pareciera que el autor emplea un recurso literario al desentrañar el legado que recibe en su temprana juventud: un arcón o petaca repleta de tesoros históricos. Pero este arcón es tan real como su valioso contenido.
En unas vacaciones, cuando era muchacho, fue invitado por don Osvaldo Astudillo, dueño de la varias veces centenaria Casa de Postas ubicada a cinco kilómetros de Illapel, en el Valle de Cuz-Cuz, situada en el Camino Real -nombre que dieron los conquistadores al Camino del Inca-, es decir el Qhapac Ñan, porque nació mucho antes del dominio incaico. Este anciano dueño era descendiente de un joven soldado español venido del Perú, mucho antes de la travesía de Diego de Almagro. Dicho antepasado formó su hogar con una muchacha diaguita, Rosa Canihuante.
Esta novela revela la belleza y feracidad del paradisíaco valle del estero Pupío, donde estaba el pueblo de indios denominado Las Ramadas o Ramadilla, al sur del actual pueblo de Caimanes. Abundante fauna y flora nativa de gran riqueza se sumaban a las preciosas vetas de oro y cobre. Como señala el autor, la tradición minera illapelina tiene sus raíces en la labor de hombres que no sólo extraían esos minerales desde hacía dos mil años sino también eran conocedores de técnicas de la metalurgia. Lo más característico de esta cultura prehispánica son los petroglifos, de los cuales el valle estaba atestado.
Cuando el Adelantado pasó por el valle con su comitiva, grande fue su sorpresa al hallar este hospedaje. De inmediato, lo declaró Casa de Postas, nombrando a su dueño Maestro de Postas. Este cargo lo desempeñarían generación tras generación todos los primogénitos de la familia, incluido don Osvaldo, quien no fue sucedido por un hijo varón.
Las casas de postas nacieron en Persia en tiempos inmemoriales y su utilidad permitió se difundieran rápidamente en todo el mundo por la necesidad de proveer de alojamiento, alimentación y cuidado de los caballos a los viajeros que recorrían extensos territorios. Se acostumbraba a llevar cuidadoso registro de los responsables como también un libro para que los viajeros anotaran faltas y reclamos. Con el tiempo, la Casa de Postas se encargó de cartas, encomiendas y correspondencia en general.
Esta Casa de Postas illapelina se convirtió no sólo en obligado lugar de acogida para los viajeros y en punto de encuentro sino también en escenario de la historia.
Los honrados Maestros de Postas, todos Astudillo, acostumbraban guardar los objetos olvidados u obsequiados por los viajeros, en un antiquísimo arcón de madera y guarniciones de hierro instalado en el desván.
Gastón es un aplicado estudiante e hijo de ingeniero de distrito de vías y obras entre La Serena y La Calera. Para su sorpresa, Astudillo ve en él a un digno poseedor de su herencia. Lo conduce al desván y abre el arcón. El primer objeto que saca este Maestro de Postas es un casco español fabricado en cuero, sin duda procedente de un soldado de las huestes de Almagro. Al joven Gastón le causa gran emoción tocar el pañuelo de cabeza de Malgarida, la compañera de Almagro, la primera africana que llega a este territorio.
Se van sucediendo los hallazgos, monedas, otros objetos y un fajo de viejos pergaminos rotulados con la palabra 'Vivar' que le dan pie para pensar en olvidados fragmentos de la crónica de Jerónimo de Vivar, compañero de Valdivia.
Con el tiempo, crece la población, y nace la ciudad de Illapel. No tardan en ser poblados los valles y quebradas del entorno, por pirquineros y cateadores buscadores de oro que van desarrollando la minería de la zona, llevan a sus familias y buscan prosperidad.
El objeto más precioso que se guarda en el arcón es el Libro Becerro de Illapel o Libro de Resepcion de Oficios de Cabildo la Billa de San Rafael de Rozas que da principio en el año 1787.
Por preocupación del padre del singular heredero, este libro es donado a la biblioteca del liceo y recibe el cuidado que merece. Pasan los años y Gastón Fernández presenta el proyecto al Consejo de Monumentos Nacionales para hacer valer como Monumento Histórico este libro. Recientemente se ha publicado en el Diario Oficial la declaratoria.
Otros libros guarda el arcón, como uno muy posterior, escrito en inglés titulado: Travels into Chile, over the Andes, in the years 1820 and 1821, by Peter Schmidtmeyer , que olvidó don Ignacio Domeyko, cuando alojó en dicha casa el año 1844.
Una magnífica daga con cacha de marfil, grabada con el lema Viva la República, fue obsequiada por don Benjamín Vicuña Mackenna al abuelo de don Osvaldo Astudillo, en el período de la derrotada revolución de 1851 encabezada por la Sociedad de la Igualdad. Durante este movimiento revolucionario, iniciado en La Serena al mando de don José Miguel Carrera Fontecilla el año 1852, las tropas que acompañaban al veinteañero Vicuña Mackenna, entran triunfalmente a Illapel. Al llegar, sostienen un sangriento combate en la Aguada, inmediaciones de Cuz-Cuz con las tropas gobiernistas de esa época. Como dice Gastón Fernández, su superioridad pudo más que el idealismo y la falta de preparación, tácticas y recursos de los revolucionarios, quienes fueron totalmente derrotados en esa sangrienta jornada.
La construcción del ferrocarril, hacia finales del siglo XIX y principios del XX, significó la decadencia de la Casa de Postas, pero su dueño la mantuvo hasta el final de sus días.
La fundación de esta Casa de Postas en Chile revela que Diego de Almagro presintió que su aventura era el inicio de la historia de un país. Gastón Fernández ha logrado recrear una notable epopeya desde esa Casa, demostrando que todo habitante de la tierra es parte de la historia, así fuere un modesto pirquinero o una cocinera de la posada. Con esta obra demuestra su ardiente amor y respeto por el patrimonio histórico, amor y respeto que esperamos sea contagioso.
Como si fuera fiel a la metáfora atribuida a Tolstoi: 'pinta tu aldea y pintarás el mundo', Gastón Fernandez nos ofrece una visión de Chile desde el ingreso del primer conquistador español con sus huestes. Pinta la pequeña ciudad a partir de su nacimiento con todos sus aspectos: agricultura, minería, comercio, vida social, sucesos políticos, costumbres, inmigraciones con personajes tan interesantes como Carl Marx, y va configurando el desarrollo y dinamismo de nuestra realidad.
Virginia Vidal.